Introducción a la Filosofía: concepción de antropología cristiana en Santo Tomás, comparación con Descartes

Monje en la orilla del mar
Pintura al aceite
1808/10, Caspar David Friedrich

Concepción de antropología cristiana de Santo Tomás de Aquino; comparación con la de René Descartes: ¿Qué consecuencias ha traído a los siglos posteriores esta concepción cartesiana?

Santo Tomás continúa el pensamiento de Aristóteles, incorporando su pensamiento a la filosofía cristiana, al igual que los de cristianos, judíos y musulmanes. En esa continuidad del pensamiento aristotélico, realiza algunas modificaciones a lo planteado por el griego: en la antropología acepta la unión de forma sustancial de cuerpo-alma como unión psicofisiológica (la función intelectiva del alma también realiza las funciones vegetativas y sensitivas).

El alma es inmortal, tal como dijera Platón, pero esa inmortalidad no le lleva a la reencarnación sino hasta la resurrección de los cuerpos tal como afirma la Revelación.

Para el “doctor angelicus” estos dos componentes esenciales del ser vivo (cuerpo y alma) no son separables, como posteriormente esgrimirá Descartes. El alma necesita del cuerpo para poder realizar todas las funciones de la actividad sensitiva, vegetativa e intelectiva (el hombre no posee ideas innatas y forma sus ideas a partir del mundo sensible).

Descartes, padre del racionalismo moderno, sostiene que el conocimiento no procede de la realidad externa captada por los sentidos, sino de la razón. Plantea una concepción intelectual inmanentista del hombre, es decir que es interno al ser y no es el resultado de una acción exterior a él; el mundo no existe independientemente de la conciencia, sino dentro de ella. Con esto despoja al hombre de la trascendencia y lo encierra en sí mismo bajo la consigna: cogito ergo sum.

Ya que para Descartes cuerpo y alma pueden vivir independientemente (igual que en Platón), el cuerpo se torna máquina y el alma espíritu pensante. Esto deviene en un mecanicismo corporal y un ultraespiritualismo. En esta concepción, el francés, da un lugar de privilegio a la glándula pineal donde, dice, se recibe y se facilita la información captada por los sentidos y en la que el alma ejerce sus funciones. El “yo” entonces es el envase donde se aloja toda la esencia del hombre que es el pensamiento ¿Es espíritu puro entonces el hombre?

Esta postura tendrá un impacto en los siglos posteriores en cuanto a la individualización del sujeto y su alejamiento de lo divino, contrario a lo que sostiene Santo Tomás, el alma (cuya esencia es pensar) pasa a ser para la concepción cartesiana toda la esencia del ser. Este egoísmo metafísico pone al ser racional por sobre todo, si pienso y luego existo es que mi razón de ser será mi pensar, despojando de toda relación con la divinidad e incluso con mis pares, surge así el solipsismo.


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera

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