Giro lingüístico en el siglo XX | Introducción a la Filosofía

 

El alma del Ebro
Escultura (emplazada en Zaragoza)
2008, Jaume Plensa

1-     En el siglo XX la filosofía toma el giro lingüístico, es decir, retorna a centrarse en el lenguaje como centro de su actividad. Este volver al lenguaje, implica reconocer que el mismo es centro del pensamiento, que el conocimiento está ligado estrechamente al lenguaje, y que el significado es la definición que tenemos de la palabra en nuestro “diccionario mental”.

Diferentes tendencias filosóficas fijan su posición, o toman partido.

Son referentes del giro lingüístico: Gottlob Frege, Bertrand Russell con sus trabajos de lógica en busca de un lenguaje donde no cupiera la ambigüedad; Ludwig Wittgenstein con la interpretación del lenguaje como representación del conjunto de hechos constitutivos del mundo; Edmund Husserl y sus estudios fenomenológicos que dedica al tema de la significación; Martin Heidegger y su dedicación por comprender el Ser (Dasein) a través del lenguaje; Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur continuando ese derrotero heideggeriano desde la hermenéutica; Ludwig Wittgenstein desde el análisis del lenguaje ordinario y de los juegos de lenguaje; John Austin con el estudio de los actos de habla, quien nos enseñaría “cómo hacer cosas con palabras”; y Jürgen Habermas aportando el análisis ético-político de la acción comunicativa.


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera

Características universal y general en Leibniz | Introducción a la Filosofía

Il lirismo dell'Alfabeto. Letra D
Litografía
1972, Rafael Alberti

1-
Gottfried Wilhelm Leibniz comprende, como muchos que prestamos especial atención al lenguaje, que las falencias comunicativas generan conflictos. En su intento por crear un lenguaje inequívoco y único, especialmente unificador para las ciencias, arriba a las concepciones de característica general y característica universal.

Leibniz piensa que al igual que las palabras se forman a partir de letras, las ideas complejas se crean a partir de combinaciones de ideas o conceptos de carácter más simples. Esa característica universal podría sistematizarse y generar una fórmula única para la metodología del pensar: una serie de reglas que hicieran posible el pensamiento mediante procesos combinatorios de tipo matemático. El método que piensa Leibniz es el siguiente: 1° crear una enciclopedia que contuviese todo el conocimiento logrado por los humanos; 2° seleccionar de esta enciclopedia sus conceptos claves; 3° asignar símbolos a cada uno de esos conceptos; y 4° establecer unas reglas de cálculo lógico, un calculus ratiocinator que permitiera deducir, inequívoca y fiablemente, cualquier idea.[1]

Característica general, podemos decir, es una etapa previa a la característica universal, aunque no deben confundirse una con la otra. La primera tiene por objeto las formas o estructuras más generales unidas a las leyes de construcción de cálculos sintácticos abstractos; la segunda, es el proyecto de lenguaje universal algorítmico[2]. La “generalidad” que da a esta característica es la posibilidad de que ciencias diversas compartan ciertas estructurales formales. En tanto, la “universalidad” de la otra está dada por la intención de que se convierta en lenguaje unificado para todas las ciencias.

La característica universal, supone un desafío ambicioso de unificación en un lenguaje único. Esa idea irá perdiendo fuerzas en el trabajo de Leibniz al aceptar la imposibilidad de crear el sistema. Pero sí se presenta como posible la característica general, dando a cada ciencia un lenguaje o sistema semiótico apropiado; no es un lenguaje simbólico específico, sino una ciencia de las estructuras simbólicas en general.



[1] SÁNCHEZ RON, JOSÉ M. Leibniz, genio universal, 300 años después. (2016) recuperado de: https://elcultural.com/Leibniz-genio-universal-300-anos-despues

[2] LARRAGUIBEL DIEZ, Luis E. (2012) Aristóteles y Leibniz: de la primacía semántica a la primacía sintáctica del lenguaje. (Seminario Signos, Diagramas y Semiótica. De Leibniz a Peirce). Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, Argentina.


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera

Triángulo semántico en Aristóteles | Introducción a la Filosofía

 

Negro y violeta
Óleo
1923, Wassily Kandinsky

 

A diferencia de lo que señala Platón, Aristóteles sostiene que el lenguaje no tiene una correspondencia directa con la realidad, sino que esa correspondencia es indirecta y está mediada por las afecciones del alma.

El triángulo semántico está compuesto por significante, significado y referente (definición, proposición y argumentación). Significante, es aquello que le da “nombre” o símbolo al significado; un nombre, una palabra, un glifo. El significado es la idea, la conceptualización de aquello que se evoca. El referente es lo evocado, la naturaleza del significante al que se la da un significado.

¿Ha de ser este concepto aristotélico el antecesor del Triángulo de Ogden y Richards?

2-  


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera

La casa del Ser según Heidegger | Introducción a la Filosofía

 

Rótulo
Témpera
1960, Xul Solar

La casa del ser no es el yo, como piensa Descartes, sino el lenguaje. Para Heidegger no es el hombre quien habla, sino el ser (y no es el ser quien habita en el hombre sino el hombre quien habita en el ser). La frase “el lenguaje es la casa del ser” contiene los límites del ser en sí misma, al sostener que habita en el lenguaje, Heidegger está construyendo los límites del ser para quien ahora “todo” está contenido en esa morada, y por lo tanto no existe nada fuera de esa “casa”; es decir: existe aquello que está contenido en el lenguaje.

En su Carta sobre el humanismo, don Heidegger inicia poniendo en “lugar” al ser: “Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Sólo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya realidad se estima en función de su utilidad. Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad sólo se puede llevar a cabo lo que ya es. Ahora bien, lo que ante todo «es» es el ser. El pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No hace ni produce esta relación. El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a él mismo le ha sido dado por el ser. Este ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no se convierte en acción porque salga de él un efecto o porque pueda ser utilizado. El pensar sólo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el más simple, pero también el más elevado, porque atañe a la relación del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser”.

El ser, que habita el lenguaje, debe profundizar la relación con su propio ente (ser) en búsqueda de la verdad, así propone Heidegger: “Antes de hablar, el hombre debe dejarse interpelar de nuevo por el ser, con el peligro de que, bajo este reclamo, él tenga poco o raras veces algo que decir. Sólo así se le vuelve a regalar a la palabra el valor precioso de su esencia y al hombre la morada donde habitar en la verdad del ser”. Pensar antes de hablar. Dejarse interpelar por lo que habita en nosotros.

Así como podemos sostener que cada hombre es un templo de Dios, Heidegger está declarando que el habla, el lenguaje, es la forma de relación con lo ente: “La devastación del lenguaje, que se extiende velozmente por todas partes, no sólo se nutre de la responsabilidad estética y moral de todo uso del lenguaje. Nace de una amenaza contra la esencia del hombre. Cuidar el uso del lenguaje no demuestra que ya hayamos esquivado ese peligro esencial. Por el contrario, más bien me inclino a pensar que actualmente ni siquiera vemos ni podemos ver todavía el peligro porque aún no nos hemos situado en su horizonte. Pero la decadencia actual del lenguaje, de la que, un poco tarde, tanto se habla últimamente, no es el fundamento, sino la consecuencia del proceso por el que el lenguaje, bajo el dominio de la metafísica moderna de la subjetividad, va cayendo de modo casi irrefrenable fuera de su elemento. El lenguaje también nos hurta su esencia: ser la casa de la verdad del ser”.

Referencias

Heidegger, M. (1946). Carta sobre el humanismo. (H. C. Leyte, Trad.) Alianza Editorial.


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera