El movimiento y el cambio en Henry Bergson | Filosofía de la naturaleza

Ascendiendo y descendiendo
(Ascending and Descending)

Grabado
1960,
Maurits Cornelis Escher

Primera afirmación de Bergson en las conferencias "El pensamiento y lo moviente: La percepción del cambio", de 26 y 27 de mayo de 1911: “Nos representaremos todo cambio, todo movimiento, como absolutamente indivisibles”.

¿Todo movimiento es indiviso (no separado o dividido en partes) y, a su vez, indivisible (que no se puede dividir)?
El postulado de Bergson sacude la concepción de movimiento que tenemos, en la cual plasmamos al igual que en una filmación las secuencias que en el ritmo apropiado y la velocidad correcta de sucesiones conformarán un movimiento, el cual al ojo humano es continuo pero técnicamente son cuadros estáticos con mínimas diferencias que ejecutan el movimiento. De igual modo, aunque más burdo (las diferencias entre cuadros no son ínfimas sino evidentes en cada cuadro), sucede con los dibujos animados.
En este sentido, Bergson fallaría a favor de Aquiles en la paradoja de Zenón. Si el movimiento no es una sucesión de partes del mismo, sino un todo, la cuestión a determinar es cuál es el movimiento. Por ejemplo, en el caso de Aquiles y la tortuga el movimiento es la carrera lineal de 100 metros; pero si Aquiles realiza un zigzag en la carrera es otro movimiento, ya no la carrera lineal, entonces, pienso, el movimiento no sería el mismo en uno y otro caso, sino dos diferentes, por tanto no se trata de la compilación de secuencias (zancadas) sino de todo aquello que se da desde el punto A al B:
-    Movimiento lineal: A- - - - -  - - - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -B
-    Movimiento zigzag: A‿⁀‿⁀‿⁀‿⁀‿⁀‿⁀‿⁀‿⁀‿⁀B
No olvidemos que los dibujos animados son el resultado de una ilusión óptica, nuestro cerebro completa las secuencias faltantes entre dos cuadros dando así la sensación de movimiento, pero en efecto son imágenes estáticas; podemos recurrir acá al ejemplo de los dibujos en las esquinas de los cuadernos (flipbook se les llama hoy), no son movimiento, aunque parecen tenerlo. 

 
En resumen, puedo estar de acuerdo con Bergson en afirmar que todo movimiento es indiviso y a su vez indivisible.
 

Si “el movimiento es la realidad misma”, ¿Por qué hablamos de distintos cambios o movimientos? ¿Tienen realidad cada uno de ellos, o son una apariencia para nuestra razón?
Continuando con las analogías audiovisuales, un ámbito que conozco, podríamos fotografiar a Aquiles corriendo y la instantánea parecerá una imagen de inmovilidad, pero ello no implica la inmovilidad de partes del movimiento. Esa foto no es la realidad, la realidad es el movimiento, y que en este caso es la carrera.
Todo cambio real, dice Bergson, es cambio indivisible. “Cuando los dos cambios, el del objeto y el del sujeto, tienen lugar en estas condiciones particulares, suscitan la apariencia particular que llamamos un «estado». Y, una vez en posesión de «estados», nuestra mente recompone con ellos el cambio. Nada más natural, repito: el troceamiento del cambio en estados nos permite efectivamente actuar sobre las cosas, y es útil prácticamente interesarse por los estados antes que por el cambio mismo”. Se convierten en elementos indispensables para nuestra razón, para la comprensión desde el modo occidental de pensar la cuestión del movimiento. Los estados son, fragmentos del cambio, instantáneas, secuencias de la película. “Pero lo que favorece aquí la acción sería mortal para la especulación. Represéntense ustedes un cambio como si estuviese realmente compuesto de estados: inmediatamente hacen aparecer problemas metafísicos insolubles. Y no tratan más que de apariencias. Habrán cerrado ustedes los ojos a la verdadera realidad”, concluye.
En esta conclusión, Bergson define a los estados como las instantáneas de las que hablamos supra. Si intentamos analizar los cambios observando solamente algunos estados, perderíamos la visión global, y de esa forma Zenón lograría hacer inalcanzable a la tortuga para Aquiles.

2º afirmación de Bergson: “Hay cambios, pero no hay, bajo el cambio, cosas que cambian: el cambio no necesita un soporte. Hay movimientos, pero no hay objeto inerte, invariable, que se mueva: el movimiento no implica un móvil”.
Considerando el ejemplo de la melodía, ¿Qué objeción se le podría hacer a la postura defendida por Bergson?

Pienso que la melodía toma en la explicación de Bergson, entidad propia, se abstrae de su creador, deja de ser una obra para ser una entidad independiente, con esencia propia total. Esta esencia propia la vuelve indivisible en una nueva entidad uniforme. Ya no estaría compuesta por notas, ni por los sonidos de instrumentos, y en todo caso sería imposible replicarla ya que es un ente único, cada reversión, incluso hecha por los mismos músicos, en los mismos tempos, y con magistral sincronía, sería otra entidad diferente y única, y así la Sinfonía número 5 de Beethoven ya no sería la composición más interpretada en la historia de la humanidad desde su estreno en 1808 sino la más “clonada”. Incluso cada vez que reproduzco el scherzo, (aunque se suele definir como allegro con brío, pero esa es una discusión de melómanos), Sinfonía 5 en Do menor, opus 67 será otro y no el grabado por Wilhem Furtwängler con la Wiener Philharmoniker.  

¿La “sustancialidad” del cambio atenta contra la “sustancialidad” del mundo material?
El cambio sustancial supone la modificación radical de una sustancia, que deje de ser lo que era y pase a ser otra cosa, que se “convierta” en otra. Con Aristóteles vimos que las dos formas propias de este tipo de cambio son la generación y la corrupción. La generación supone el nacimiento, o el surgimiento de una nueva sustancia; la corrupción supone la muerte o la desaparición, la destrucción de una sustancia. La germinación de una semilla y el paso de ser semilla a ser planta supone un cambio sustancial: la semilla desaparece, deja de ser semilla, y surge la planta.
Bergson sostiene que “el cambio, si se avienen a contemplarlo directamente, sin un velo interpuesto, se les aparecerá enseguida como lo que puede haber en el mundo de más sustancial y de más perdurable. Su solidez es infinitamente superior a la de una fijeza que solo es un arreglo efímero entre movilidades”. El ejemplo del tren al que Bergson hecha mano, entiendo, expone una forma en que vemos afectado el mundo material por la sustancialidad del cambio, si los personajes perciben inmovilidad en “la escena” que comparten están afectando sus percepciones del mundo material, más no es afectado directa y efectivamente el mismo por las percepciones. Recuerdo aquel enunciado, relacionado a la paradoja de Schrödinger, en que se cuestiona si nadie escucha a un árbol caer en el bosque si el mismo produce el sonido. El árbol cayendo es parte del mundo material, la no percepción del mismo no modifica su acción.

3º afirmación: “Si el cambio es real y aun constitutivo de la realidad, debemos considerar el pasado de modo muy distinto a como estamos habituados a hacerlo por la filosofía y por el lenguaje”. ¿Qué quiere decir con que el “pasado puede conservarse él mismo, automáticamente”? ¿Dónde se conservaría? 

El pasado no depende de nosotros para su existencia. La historia, digamos, no existe porque se la recuerde sino que existe como parte de la vida misma. Sí es cierto que es mediante la tradición oral, escrita, registrada en audiovisuales últimamente, que se conserva, difunde, recuerda y multiplica; aunque podemos convenir que también con un sesgo intelectual y subjetivo de quien la cuenta.
Ahora bien, en su afirmación Bergson sostiene que “el pasado puede conservarse él mismo, automáticamente” ya que entiende al cambio como indivisible, por lo tanto al pasado como parte del presente. ¿Dónde se conserva? En una misma unidad donde “el pasado se consolida con el presente y crea sin cesar con él (aunque solo fuese por el hecho de juntarse) algo absolutamente nuevo”. Yo soy mi pasado, incluso con los cambios (intelectuales, temporales, corporales…) porque no dejé de haber sido yo para ser yo. Entiendo que de esta manera Bergson sostiene su teoría de indivisibilidad, y si es indivisible no puede haber un pasado independiente del presente. Si el movimiento y el cambio son indivisibles, la concepción del presente como el último (que mañana pasará a ser pasado) punto de una serie de puntos sucesivos, pierde posición y sentido. El presente, entonces, debe ser considerado, según Bergson, como un cierto intervalo de duración. ¿Y de cuánta duración? Ahí ya entra la arbitrariedad, pues depende de la perspectiva en la que nos situemos. Pasado es aquello que consideramos que ya no tiene vigencia en el presente, que pertenece a un movimiento ya concluido y, por tanto, no forma parte del actual movimiento indivisible.
Parece conjugar en una misma línea lo que en 1942 Enrique Cadícamo plasmó en una genialidad poética en el tango Los mareados: “Hoy vas a entrar en mi pasado…” Tres tiempos en uno. La que se dice tuvo influencia del poeta francés Paul Géraldy.

¿Parece acertada la crítica de Bergson a idea de substancia en relación al cambio, entendido al modo aristotélico?

Al evocar a Aristóteles anteriormente, decíamos que las dos formas propias de este tipo de cambio son la generación y la corrupción. La generación supone el nacimiento, o el surgimiento de una nueva sustancia; la corrupción supone la muerte o la desaparición, la destrucción de una sustancia. También refiere a las causas del cambio (la causa material, la causa formal, la causa eficiente, y la causa final). Pero, ¿Habré de tener la capacidad y los conocimientos necesarios para calificar de acertada o no la crítica Bergson?
Bergson, parece concebir una suerte de impulso vital como móvil del cambio: “Un gran impulso mueve los seres y las cosas”, algo también en movimiento. Allí se me aparece como contrario al Primer Motor inmóvil de Aristóteles, resaltando aquello de “inmóvil” que se me aparece como incompatible con la cuestión del movimiento y del cambio que expone Bergson, o la movilidad constante del francés incompatible con la tradicional posición del Estagirita.

Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera

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