La Tradición y el Magisterio | Teología

Entierro de Santa Cecilia en las catacumbas de Roma
Óleo sobre lienzo
1852, Luis de Madrazo y Kuntz


 Anteriormente hemos expuesto el “hecho de la revelación”, instancia fundamental ya que, ahora sabemos que Dios comunicó su palabra a los hombres y su palabra ha llegado a nosotros por medio de la Escritura. Ahora bien, cómo nos llegado dicha palabra de Dios: respuesta, además de la Escritura, por la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

Motivo por el cual Lutero rechaza la tradición. Qué hay sobre la libre interpretación:

1.      Lutero desarrolla su teología entre 1520 y 1530, enfrentándose no sólo con la Iglesia de Roma, sino también con otros reformadores como Karlstadt y Muntzer, o con humanistas como Erasmo de Rotterdam. La piedra angular de la teología luterana y el punto de partida de todas sus reflexiones, incluidas las políticas, es la tesis de que sólo la fe en Dios hace justos a los hombres. La revelación de que “el justo vive de la fe” da respuesta a la inquietante pregunta de cómo llegar a un Dios bondadoso. Esta justificación por la fe implica que la fe del cristiano no puede darse a través de un agente externo, sea eclesiástico o político. La fe, dice, es una predisposición interna del individuo que lo inclina hacia Dios. Para Lutero la esencia del cristianismo no se encuentra en la organización encabezada por el Papa, sino en la comunicación directa de cada persona con Dios. Los tres principios fundamentales del credo reformado son: la justificación por la fe, el sacerdocio universal, y la autoridad de la Biblia. El sentido principal de la Reforma suele expresarse con la frase “justificación por la gracia a través de la fe”, pues la fe es lo único que nos permite aprehender la gracia recibida. El sacerdocio universal es el resultado del individualismo y la secularización, que prescinde de todo intermediario y permite al individuo el contacto directo con Dios. La Biblia será invocada como referencia única, con el consiguiente rechazo de la tradición o la interpretación eclesiástica. Lutero quería salvar el alma y la Iglesia sólo ofrecía un sistema dogmático, basado en su exclusiva autoridad para interpretar la Biblia. De su lectura se dedujeron cuestiones acerca de la predestinación humana, la negación del libre albedrío y la sola justificación por la fe en los méritos de Cristo, socavando así las bases tradicionales del catolicismo: los sacramentos, las indulgencias, el purgatorio, el sacerdocio y la jerarquía eclesiástica. El protestantismo rechaza la tradición y se atiene a la Biblia, alzándola como única revelación absoluta que posee fuerza redentora y salvadora. La Biblia en el protestantismo ocupa el lugar de la jerarquía.[1]

 

¿Porqué Orígenes no tiene la "nota de santidad”?

2.      Me fue muy dificultoso hallar información que me permita responder a esta pregunta. En el texto de cátedra se lo nombra brevemente en el párrafo: Los escritos de los llamados escritores eclesiásticos, es decir, teólogos de los tiempos antiguos a quienes falta la nota de santidad u ortodoxia y que por eso no han sido reconocidos por la Iglesia: ej. Orígenes. Se considerarán testigos de la Tradición cuando en sus enseñanzas no se aparten del espíritu de la Iglesia universal.

Puedo intentar una respuesta después de leer sobre su interesante vida. Orígenes fue declarado hereje y fomentador de herejías ya que se autocastró (esta acción le quitó la nota de santidad), motivo por el cual intuyo no obtuvo un lugar destacado este cristiano platónico. Debiendo confrontarse continuamente con filósofos y herejes griegos, Orígenes decide transformarse también él en filósofo, y bajo la tutela de Ammonio Saccas, pronto se transformó en el padre del neoplatonismo cristiano. A causa de esta influencia filosófica, cae en varios errores dogmáticos graves (por ejemplo, la preexistencia del alma humana) y en el año 553, durante el 2º Concilio de Constantinopla, se emitieron 15 anatemas contra sus doctrinas. Sin embargo, cabe aclarar que estos errores fueron utilizados más como hipótesis de investigación teológica que como verdad absoluta.

En el texto Orígenes y Origenismo de la web Enciclopedia Católica Online, se exhorta: Orígenes suele utilizar el principio de autoridad para desenmascarar y combatir los errores doctrinales. También es el principio de autoridad el que invoca cuando enumera los dogmas de fe. Un hombre animado de tales sentimientos puede haber cometido errores, porque es humano, pero su disposición mental es esencialmente católica y no merece ser colocado entre los promotores de las herejías.[2]

 

¿Cuáles son las aportaciones del Concilio Vaticano II, respecto de la relación de la Tradición con la Escritura y el Magisterio?

3.      La Constitución Dogmática Dei Verbum resalta que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad. [3]

Además traza también la relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio (bajo ese título exacto): La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia; fiel a este depósito todo el pueblo santo, unido con sus pastores en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, persevera constantemente en la fracción del pan y en la oración (cf. Act., 8,42), de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio y en la profesión de la fe recibida.

Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer.

Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas.[4]

 

¿Contiene la tradición "verdades” no contenidas en la Escritura?

Dice Rovira Belloso que la Tradición vendría a ser no tanto un marco de comprensión general y una iluminación o interpretación para entender la Escritura, cuanto un suplemento de verdades no contenidas en los Escritos inspirados. En definitiva, habría tradición porque convendría que hubiera «otra fuente» de verdades reveladas, ya que la Escritura sería materialmente insuficiente.

Pero tras una interesante contraposición de argumentos, arriba a una reformulación de la pregunta: la pregunta decisiva no es ¿hay verdades en la Tradición que no están en la Escritura?, ya que estas verdades o aserciones pueden estar tan sólo implícitas en la Escritura e, incluso, apuntadas a través de su conexión más o menos evidente con otras aserciones explícitas en la Biblia. La pregunta decisiva es ¿de qué fuente única dimanan Escritura y Tradición? O si se quiere: ¿Cuál es el acontecimiento cristológico único que da lugar a los Escritos y a la Tradición?

Lo más importante, continúa Rovira Belloso, es concebir —en su origen— la revelación como evento, y como evento cristológico, no tanto como otorgamiento de aserciones verdaderas. Entonces, lo que se podrá decir es que, en cuanto a la expresión del acontecimiento original que es la misión de Cristo donador del Espíritu, tanto la Escritura como la Tradición lo transmiten entero, si bien, por lo que se refiere a las verdades o a los dogmas que se derivan de ese evento primordial, pudiera la Tradición —aunque también la Escritura— expresar de forma más explícita, extensa o profunda algunas verdades mediante las cuales la Iglesia expresa el acontecimiento original. [5]

 



[1] Várnagy, Tomás. Capítulo VI. El pensamiento político de Martín Lutero en La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Renacimiento. Buenos Aires: Clacso (1999) Recuperado de: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100609123955/8varnagy.pdf

[2] Orígenes y Origenismo. Enciclopedia Católica Online. Recuperado de: https://ec.aciprensa.com/wiki/Or%C3%ADgenes_y_Origenismo

[3] Dei Verbum 9

[4] Dei Verbum 10

[5] Rovira Belloso, J.M. (1996) Introducción a la teología. Madrid: Biblioteca de autores cristianos

 


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera

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